Jalisco, pobreza y medianía

#



Pablo Arredondo Ramírez 


Tradicionalmente Jalisco ha sido una entidad caracterizada por ser presuntuosa, y no faltan razones para ello. Tierra que ha prestado su impronta a un buen número de símbolos asociados con la mexicanidad: mariachis, mujeres de “ojos tapatíos”, paisaje agaveros y tequila, sones y charros (machos “bien calados”), artesanías y empresas culturales, sólo por mencionar algunos. 


Siempre pintado no sólo como carismático, plagado de símbolos, sino como adelantado e innovador, este estado de la República Mexicana dice estar posicionado entre los primeros, los vanguardistas de un territorio nacional que alberga en la actualidad a más de 120 millones de habitantes.


Para los jaliscienses “baby boomers” (aquellos que nacieron en los años inmediatamente posteriores a la segunda guerra mundial), Jalisco –y su presuntuosa capital, la “perla de occidente”—fue imaginado como una joya sólo superada por el peso del centro político y cultural del país: “Chilangolandia”. La rivalidad con Nuevo León y en particular con Monterrey fue tradicional por años, pero ¿qué le podía hacer la árida entidad norteña al territorio de los agaves que tan bien representaba Jorge Negrete, este terruño en donde nadie se raja? ¿Ellos industriosos y nosotros comerciantes? Nada que ver, el imaginario jalisciense se impuso a través de los años.


Sin embargo, los tiempos cambian y todos estamos expuestos a las mutaciones. Mucho ha sucedido desde los añorados tiempos de oro del desarrollismo mexicano. Para bien o para mal y de vez en vez las presunciones de Jalisco han sido puestas a prueba. Para ello algunos espejos se ponen en frente del embelesado perfil para aquilatar el rostro de una entidad tan plagada de arrogancia. 


¿Somos lo que creemos ser, lo que nos imaginamos?


Veamos, por ejemplo, lo que sucede en el terreno de las desigualdades sociales. El más reciente análisis de la situación de la pobreza en México llevado a cabo por el INEGI, nos ayuda a evaluar el nivel de desarrollo que prevalece en esta entidad, sopesado por los indicadores que evalúan el tamaño de las carencias entre los habitantes.


La más reciente medición de la Pobreza Multidimensional del INEGI, da cuenta de brincos o cambios históricamente significativos en el país. Desde el 2018 México ha podido rescatar a casi 14 de millones de habitantes de su condición de pobreza, y a prácticamente dos millones de la llamada pobreza extrema. Un verdadero logro del modelo instrumentado por los gobiernos de la Transformación en apenas un sexenio. 


¿Y en Jalisco qué sucede con la pobreza? De acuerdo por los datos difundidos por el INEGI, el estadó está lejos de pertenecer a las entidades con mayores niveles de rezago. Muy lejos del llamado corredor de la pobreza en México (Chiapas, Guerrero y Oaxaca) o de entidades como Veracruz, Puebla y Tlaxcala, sólo por mencionar algunos. Jalisco está por abajo o por arriba (según se le quiera ver) de la media nacional en el que subsisten 29.6 por ciento en nivel de pobreza multidimensional y 5.3 por ciento en pobreza extrema.


Contra toda presunción, la entidad no se ubica entre los estados menos afectados por la pobreza.  Jalisco con 18.6 por ciento de población en pobreza multidimensional está lejos de Baja California (9.9) Baja California Sur (10.2), Nuevo León (10.6) o Coahuila (12.4). Y en el caso de la pobreza extrema (1.3 por ciento) la situación no es mejor que la de Baja California (0.4), Nuevo León (0.5) Aguascalientes (0.6) y cuatros entidades más. Lejos del promedio nacional, pero igualmente lejos de los primeros lugares. En la medianía.


La pobreza multidimensional se mide por el acceso a bienes y servicios fundamentales como la educación, la salud, la seguridad social, la calidad de la vivienda y la alimentación, entre otros factores. Ser pobre significa carecer de estos servicios en la proporción necesaria para la subsistencia y el desarrollo.

¿Cuál es la situación de Jalisco al observar los seis indicadores clave de la pobreza multidimensional? Si analizamos el factor “rezago educativo”, Jalisco mantiene una situación más precaria (19.9 por ciento) que el promedio nacional (18.6 por ciento) y bastante alejada de entidades en mejor situación como la Ciudad de México (8.5), Coahuila (13.3), Nuevo León (13.4) y Sonora (13.7). En otras palabras, los jaliscienses que no pudieron acceder y completar los niveles educativos esperados para su edad sumaron en 2024 a más de 1.6 millones de habitantes. Nada que presumir.


En cuanto al “acceso a los servicios de salud”, si bien Jalisco no comparte la precariedad de Chiapas (63.3 por ciento), Puebla (47.3), Michoacán (46.1) o Oaxaca (43.9), también se encuentra aparte del otro extremo compartido por Nuevo León (15.8 por ciento), Baja California Sur (19.6), Coahuila (20.3) y Ciudad de México (21.8). De acuerdo con las cifras del INEGI, en 2024 el 32 por ciento de los habitantes de Jalisco (2.79 millones) carecían de acceso a los servicios de salud. 


Y algo similar ocurre con el “acceso a la seguridad social”. Más del 40 por ciento de los jaliscienses (3.54 millones de habitantes) se encontraban al margen de la seguridad social.  Más cerca del promedio nacional (48.2) que de las entidades con menos carencias: Coahuila (23.4 por ciento), Nuevo León (24.7) y Baja California Sur (28.5). Salud y seguridad social mucho camino por recorrer.


Un indicador en el que Jalisco puede presumir es el que tiene que ver con la “carencia por calidad y espacios de vivienda”. Ahí, la entidad se encuentra entre los cinco estados de la República con menores carencias (3.2 por ciento), acompañada por Zacatecas (3.1), Aguascalientes (2.9), Nuevo León (2.6) y Coahuila (2.5). Lejos del promedio nacional (7.9). Una realidad que también se refleja en la llamada “carencia por acceso a los servicios básicos en la vivienda”. Jalisco se ubica entre los cinco estados con menor proporción de tal tipo de carencias.


Indiscutiblemente el mejor indicador de desempeño de Jalisco frente a la pobreza es el relativo a la “carencia por acceso a la alimentación nutritiva y de calidad”. En el estado sólo 8.0 por ciento de la población manifiesta carecer de acceso a la alimentación de calidad. El mejor índice de todo el país. Sin lugar a duda un éxito.


Finalmente, el “ingreso per capita promedio mensual” dibuja a una entidad que está por arriba del promedio nacional con 7,468 pesos mensuales, una entidad relativamente rica (8,644 peso por habitante) pero bastante alejada de Nuevo León (11,494 pesos), la Ciudad de México (10,864 pesos), Baja California Sur (10 606 pesos) y Baja California (10, 039 pesos). Jalisco ocupa el décimo lugar de los 32 estados de la República. ¿Ricos o mediocres?


En suma, observado a través del prisma de la pobreza, se puede decir que Jalisco está lejos de ser catalogado como una entidad en la que campea a sus anchas tal condición social. Pero los rezagos en ciertos indicadores son todavía significativos (educación, salud y seguridad social). Para los niveles de pretensión que en ocasiones se manifiestan al hablar de Jalisco, podría decirse que la realidad coloca a la entidad un poco más abajo de lo deseado. 


Jalisco no forma parte del México deprimido por la pobreza multidimensional ni la pobreza extrema, pero tampoco se localiza en el lugar de privilegio que de vez en vez imaginamos. Faltan esfuerzos (públicos y privados) para remontar la medianía prevaleciente cuando de revertir la pobreza se trata. Eso sí, lo que no se puede negar es que en Jalisco los pobres comen mejor que los pobres del resto del país.