Verónica Delgadillo limpió Guadalajara en 100 días

El desafío primordial, según declaró, ha sido recuperar el control del servicio de recolección de basura domiciliaria. Este esfuerzo no solo implicaba la remunicipalización y mejora del servicio, sino también avanzar hacia un nuevo modelo de gestión integral de residuos. La meta es cambiar el paradigma actual: dejar de centrar la atención en la basura para enfocar la discusión pública en la limpieza y el orden de la ciudad.
La alcaldesa describió este proceso como "una oportunidad para convertir una crisis en un trampolín hacia el futuro", señalando su convicción de hacer lo correcto para Guadalajara y sus habitantes.
Al ser cuestionada sobre la viabilidad de las promesas de campaña, la alcaldesa reiteró que todas están sustentadas y son alcanzables. "Para ser Presidenta de Guadalajara me preparé por más de dos años", afirmó, destacando el trabajo y validación de propuestas con expertos, académicos, activistas, y la ciudadanía tapatía.
Su labor como presidenta municipal ha tenido un impacto profundo en su vida personal, compartió Delgadillo. Conducir los destinos de la segunda ciudad más grande del país requiere concentración y amor hacia el ciudadano. Este compromiso ha fortalecido sus lazos personales, ya que el apoyo de sus seres queridos "resulta cada vez más importante para oxigenar mi mente y mi alma".
Los primeros 100 días han brindado lecciones valiosas sobre liderazgo. La alcaldesa destacó la importancia de la prudencia y la firmeza mezclada con sensibilidad. "La empatía es una llave para abordar de mejor manera los retos", reflexionó, subrayando la importancia de la apertura y disposición al diálogo. Estas cualidades, según ella, permiten construir soluciones más cercanas a las realidades de las personas.