MC: En busca de una identidad

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Juan Luis H. González S. 

 

Movimiento Ciudadano está atrapado en su propio laberinto. Después de las campañas y las elecciones del pasado 2 de junio quedó claro que el combustible político del coche naranja se ha agotado y que no tienen una idea clara de hacia dónde ir como partido. Hoy por hoy, no se sabe si MC es de derecha o de izquierda, si es opositor del actual régimen o su aliado más cómodo. 

 

En los últimos años, Movimiento Ciudadano ha desperdiciado tiempo, recursos públicos y algunos liderazgos interesantes en su intento por transformarse en una alternativa política que le hiciera sentido al electorado nacional, más allá de los dos o tres estados donde mantienen una presencia importante. Hasta ahora, no lo han logrado. 

 

En su momento, dentro de las filas de MC se llegó a discutir sobre la pertinencia de asumir el papel de una tercera vía en el país y de hacer política desde una perspectiva socialdemócrata; sin embargo, el ruido y los gritos del espectáculo desplegado en sus campañas y los escándalos de algunas de sus figuras más emblemáticas, como Samuel García, se han impuesto a la intención de definir un rumbo.  

 

Lo que tenemos hoy, en cambio, es un partido muy “flexible” en lo ideológico, sin cohesión interna y sin una figura de peso que sostenga los significados del proyecto (si es que los hay)

Con la salida de Enrique Alfaro y la designación directa de Álvarez Maynez como dirigente nacional se cierra un ciclo y se inaugura un nuevo experimento que al parecer solo funcionará durante los procesos electorales, pero que seguirá careciendo de una base programática clara y seria.

 

En estos momentos MC es un partido roto porque carece de un cemento ideológico que pegue sus partes. Cada actora y actor naranja tiene su propia agenda, su propia ruta y su propia forma de concebir y afrontar la vida pública. Su comunicación está fragmentada y es, en muchos sentidos, contradictoria, porque las ideas que la sostienen abrevan de realidades e intereses diversos y, muchas veces, contrapuestos. 

 

Y si bien, en todos los partidos se concilian intereses personales y de grupo con los valores de la institución, el problema es que mientras en algunos casos la ideología –ese recipiente que moldea, cobija y da sentido a un proyecto político– representa un fuerte vínculo entre militantes y entre éstos con la ciudadanía, en otros se diluye y desaparece, quedando sólo los intereses personales o grupales como motor institucional.  

 

En el caso de Jalisco, la llegada de Pablo Lemus a la gubernatura podría acentuar aún más la crisis de identidad de Movimiento Ciudadano, y él parece estar consciente de ello y ante la debilidad del partido que lo llevó al poder ha buscado apoyos y cercanía con actores relevantes de todas las fuerzas políticas, incluido, por supuesto, Morena. Bien calculado, si lo pensamos desde la lógica de la gobernabilidad. 

 

Hace algunos años MC rompió con el bipartidismo que prevaleció en el estado hasta el año 2010 porque Enrique Alfaro supo transformar en votos los anhelos de una ciudadanía que buscaba alternativas y valoraba la busqueda de cambios a nivel sistémico, más aún si estos significaban confrontar los intereses representados por el PAN y el PRI.  Sin embargo, muchos de estos elementos se perdieron en el trayecto del sexenio –no es lo mismo ser opositor que gobierno–, pero Alfaro se las ingenió para mantener en su discurso algunos rasgos ideológicos que dieron sustento a su gobierno, pero que ya no permearon al partido, debido principalmente a su distancia con Dante Delgado. 

 

Las y los actores de MC que están tomando la estafeta tienen un reto enorme: hacer buenos gobiernos y cobijarlos del sustento ideológico que se necesita para prevalecer en el tiempo y en la conciencia del electorado. Dice Yuval Noah Harari que el papel de la historia no es describir el pasado sino explicar los cambios que se han sucitado entre el pasado y el presente. Quizá ese debería ser el reto principal de MC. Qué historia quieren contar más allá de las grandes obras de infraestructura y de cautivar con campañas musicales a las jóvenes audiencias del país. El tiempo lo dirá.