Norberto Rivera enriqueció mientras era el operador de la derecha clerical

Ciudad de México, 1 de mayo (SinEmbargo).– El cardenal Norberto Rivera Carrera ha sido uno de los rostros de la derecha clerical. Un personaje que como Arzobispo primado de México (1995-2017) se relacionó con la élite política y económica del país y defendió a curas pederastas, en particular a Marcial Maciel, líder de los Legionarios de Cristo. En su trayectoria como religioso también es conocido su papel como perseguidor de quienes dentro de la Iglesia se formaron Teología de la Liberación. Al mismo tiempo se sabe de los negocios que hizo cuando fue Obispo de Tehuacán en Puebla, pero particularmente de la venta de derechos de autor de la Virgen de Guadalupe.
Rivera Carrera nació el 6 de junio de 1942 en la comunidad de La Purísima, en Tepehuanes, Durango, una región con históricos rezagos sociales en la que hasta 2015 —de acuerdo con las últimas cifras disponibles del Coneval— el 88.9 por ciento de la población vivía en pobreza y pobreza extrema. Hijo de una familia de campesinos católicos que tomó a temprana edad la vida de la Iglesia. En su estado natal, fue protegido del Arzobispo Antonio López Aviña, uno de los más conservadores. Décadas después también sería cobijado por el ex nuncio apostólico en México, Girolamo Prigione, confesor de los hermanos Arellano Félix y protector de Marcial Maciel.
Como protegido del Arzobispo Antonio López Aviña, Norberto Rivera Carrera fue párroco en Río Grande, Zacatecas, y posteriormente regresó a Durango para desempeñarse como asesor del Movimiento de Jornadas de Vida Cristiana, que “se encargaba de adoctrinar en la fe a jóvenes provenientes de familias pudientes, principalmente estudiantes de colegios privados católicos como el Americano, el Teresa de Ávila o el Sor Juana”, señala Rodrigo Vera en el libro Norberto Rivera: El pastor del poder coordinado por Bernardo Barranco. Vera señala precisamente que “fue así como Rivera Carrera empezó a cultivar la amistad de las familias pudientes de Durango, cuyos negocios van desde aserraderos en la sierra hasta prósperas ganaderías. Todavía, cuando visita la entidad, suele reunirse con ellas en el exclusivo Club Campestre de la capital: son las familias Saracho, Ayón, Sarabia, Mijares…”.
Su primera gran encomienda lo llevaría a ser Obispo de Tehuacán en Puebla en donde los sectores más conservadores del Vaticano le encargarían una misión: acabar con la corriente eclesiástica de la Teología de la Liberación a sacerdotes de distintas diócesis del sureste, como la de San Cristóbal de las Casas, Oaxaca, Tehuantepec, y la misma diócesis de Tehuacán, refiere Rodrigo Vera.
La Teología de la Liberación o Latinoamericana se concretizó en Medellín en 1968, cuando se habló de la injusticia institucionalizada y del pecado social. Surgió del Concilio Vaticano Segundo que, entre otros aspectos, pretendió la inculturación de la Iglesia a partir de la realidad social de los sitios en que estuviera asentada. Hubo un paso más entre algunos de ellos, quienes buscaron a los más pobres, a los más olvidados, a los indígenas, e integraron el Seminario Regional del Sureste (Seresure), una comunidad religiosa que formó sacerdotes mayas, tzotziles, zapotecos, mayas, y a la cual se encomendó a Norberto Rivera a ponerle fin.
“A partir de ese momento Rivera Carrera pasó a formar parte del pequeño grupo de obispos incondicionales de Prigione, quien poco antes había realizado una visita de inspección al Seresure y pudo comprobar, escandalizado, que ahí la formación de los seminaristas se inclinaba marcadamente a favor de la llamada opción preferencial por los pobres, alejada de la rígida ortodoxia trazada por Juan Pablo II. Para cobrarle su nombramiento como obispo, Prigione puso a prueba a Norberto al encargarle una importante misión que sólo una mano dura podía realizar: desbaratar la línea pastoral impartida en el Seresure”, escribe Rodrigo Vera.
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En SinEmbargo, el 21 de febrero de 2016, el periodista Humberto Padgett reconstruyó ese periodo en la vida de Norberto. Para ello habló con el padre Tacho, Anastasio Hidalgo Miramón, un hombre formado en la opción preferencial por los pobres y que conoció a Rivera en su paso por Puebla. “Norberto optó por caminar junto a los ricos, no con los pobres”, comentó en aquella plática. “Norberto se apartó del Evangelio”.

En 1990, con cinco años de funciones en el obispado de Tehuacán, Rivera Carrera ordenó el cierre del Seminario, lo que ocasionó una movilización sin precedentes de seminaristas y sacerdotes inconformes al punto de tomar la catedral.
Aunque no fue lo único que hizo en su paso por Tehuacán.
Rodrigo Vera explica que Rafael Ayala, predecesor en Tehuacán de Norberto Rivera Carrera, recibió años antes una granja avícola que le regaló Socorro Romero, dueña del Grupo Romero, el cual poseía en la región varias de las más grandes granjas avícolas del país —entre ellas El Calvario— y que constituyó la principal fuente de ingresos del obispado, algo que no pasó inadvertido por Rivera quien para hacerse del control se deshizo del religioso ecuatoriano Gonzalo Hallo del Salto, administrador de esta granja. De acuerdo con Vera, esto ocurrió cuando en 1994 fue arrestado y deportado por supuestamente encabezar “una organización civil armada que ayudó a que cientos de personas se armaran con escopetas, rifles calibre .22 y pistolas, en las comunidades de Azumbilla, San Pedro Chapulco, Francisco I. Madero y Nicolás Bravo, del propio estado de Puebla”.
Los resultados que dejó en Tehuacán le sirvieron para que Girolamo Prigione lo impulsara posteriormente como Arzobispo Primado de Mexicano, una posición que asumió en 1995 y desde la cual logró cultivar una serie de relaciones políticas y económicas con personajes como Carlos Slim, los Vázques Raña, los Hank Gonzalez, Humberto Moreira, entre otros.
Uno de los principales negocios como Arzobispo Primado fue la venta de derechos de la imagen de la Virgen de Guadalupe. Rodrigo Vera ahonda cómo el 31 de marzo de 2002 se firmó con la trasnacional estadounidense Viotran, con sede en Orlando, Florida, un contrato para que la empresa explotara en “exclusividad” los “derechos de propiedad” de la imagen guadalupana por un periodo de cinco años; la empresa pagó a cambio 12.5 millones de dólares. Por su lado, añade el reporte, la Basílica se comprometió a que cada uno de estos artículos contaría con una “bendición especial”, ya fuera de Monroy o de Norberto Rivera, y las “utilidades” de las multimillonarias ventas mundiales “se repartirán por partes iguales entre Viotran y la Basílica”.
Por lo mismo, para muchos las palabras que pronunció el papa Francisco en febrero de 2016 fueron vistas como una reprimenda directa a Norberto Rivera. En la Catedral Metropolitana, Jorge Mario Bergoglio le llamó la atención al clero mexicano e instó a los obispos a que “no tengan miedo a ser transparentes”, y habló sobre la necesidad de que el Episcopado resuelva sus problemas de frente y a la cara. “No tengan miedo a la transparencia. La Iglesia no necesita de la oscuridad para trabajar. Vigilen para que sus miradas no se cubran de las penumbras de la niebla de la mundanidad; no se dejen corromper por el materialismo trivial ni por las ilusiones seductoras de los acuerdos debajo de la mesa”, les instruyó.
El único en reaccionar públicamente al mensaje fue precisamente Norberto Rivera, quien desde el semanario Desde la fe cuestionó: “¿Tiene el Papa alguna razón para regañar a los obispos mexicanos?” para más adelante responderse a sí mismo. “Los obispos mexicanos han venido acompañando al pueblo sufriente y apaleado, haciendo una vida de entrega al prójimo y no de ‘príncipes’ sin contacto con el rebaño”.
Un año después Norberto Rivera presentaría su renuncia canónica al Papa Francisco I, conforme lo establecido en el Código de Derecho Canónico, la cual sería aceptada.
Lo cierto es que aún fuera de los focos como Arzobispo Primado de México, el cardenal mexicano ha mantenido la ruta del cuestionado “materialismo trivial” como se evidenció con la adquisición de dos departamentos de 10 millones de pesos, cada uno, en la lujosa Torre Mítikah del sur de la Ciudad de México, una transacción en la que incluso reclamó mediante un amparo el pago desproporcionado de impuestos que ahora le serán devueltos por la suma de 1.3 millones de pesos.

Como parte de su gestión también lo persiguen la protección que hizo de pederastas como Marcial Maciel. En 1997 salieron a la luz los casos de pederastia cometidos por el fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel Degollado. En aquel entonces, Rivera Carrera sostuvo que las acusaciones por abuso sexual contra el líder de esa orden católica eran "totalmente falsas". Años después, en 2006, con el retiro ordenado de Maciel, sostendría: “Todo lo que dicen de que fue condenado, de que fue impedido, etcétera, es puro cuento porque el documento sólo dice que lo invita a retirarse a la vida privada”. Y ahondó: “el padre Maciel siempre será su fundador y siempre un motivo de alegría saber que el padre sigue adelante”
Aquel sólo fue un episodio. En 2006 y 2009 Norberto Rivera enfrentó dos demandas por encubrimiento, negligencia y corresponsabilidad en el ataque sexual de al menos 26 menores de edad, por haber permitido el traslado de un sacerdote acusadpoo de pederasta, Nicolás Aguilar, a la Diócesis de Los Ángeles, California, sin advertir a los fieles y a las familias de los menores de edad sobre los antecedentes de abuso sexual que existían en su contra mientras Aguilar se encontraba a su cargo en Tehuacán, Puebla, en donde persiguió a curas y comenzó a acumlular denuncias de enriquecimiento.
Con información de Sinembargo al Aire